Visita a Barco del Corneta

Pago Cantalarrana - Barco del Corneta

Semanas atrás me tocó ser parte de una visita muy especial a una bodega que se sitúa en el corazón de la D.O. Rueda, pero que no hace vinos dentro de esa legislación. Hoy les voy a contar sobre mi visita a Barco del Corneta.

Digo especial porque no solo se trataba de una presentación de nuevas añadas y la tradicional visita a viñedo y bodega, sino que además se dio en el marco de una reunión de amigos del mundo del vino (otra de esas catas como excusa y objetivo), a la que desembarqué de la mano de Vinnac Wine.

Una vez llegados a Barco del Corneta, Bea y Félix, sus capitanes, nos llevarían a conocer el viñedo en el que todo comenzó, ese que Beatriz y su madre -quien por cierto es amorosa- heredaron y que desde entonces comenzaron a trabajar incansablemente.

Verdejo del pago Cantalarrana - Barco del Corneta
Espalderos de Verdejo del pago Cantalarrana.

El viñedo, situado en el pago “Cantarranas” a unos pocos metros del arroyo “Barco del Corneta”, ya nos dice mucho de la filosofía que desde un principio Beatriz Herranz -ingeniera agrónoma y enóloga- tuvo por representar en sus vinos la identidad del suelo. Filosofía que compartiría más adelante con Félix Crespo -también ingeniero agrónomo y enólogo-, y que hoy disfrutamos todos.

De ese viñedo nacen los dos primeros vinos de la Bodega, el Cucú y el Barco del Corneta, suena lógico. Y qué mejor lugar que ese mismo viñedo para catar entonces el Cucú (cantaba la rana) 2020 y el Barco del Corneta 2018.

El Cucú es un increíble “entry level” totalmente aliado del bolsillo y compañero ideal para  disfrutar a diario de un gran verdejo. Con notas cítricas, una punta herbácea y algo floral de fondo, con el volumen y la acidez bien equilibrados.

Cucú Cantaba la Rana en Cantalarrana
Catando el Cucú 2020 en «Cantalarrana»

Pero palabras mayores son las que merece la 2018 de Barco del Corneta, que está tremendo. Un verdejo distinto a todo, en donde la frescura y la mineralidad son protagonistas. Una acidez hermosa, con fruta fresca y final eterno.

No resulta difícil entonces entender el porqué de querer mantenerse alejados de la homogenización que implica ajustar su trabajo a los parámetros de una Denominación de Origen, y buscar la mejor versión de la verdejo, buscar #elverdejoquelopeta.

Luego de conocer el origen y la filosofía, llegó el momento de trasladarnos nuevamente a la Bodega para continuar nuestra visita a Barco del Corneta.

Allí comenzamos con un recorrido por su inmensa cava subterránea, una interminable cueva destinada a sala de crianza y botellero que no exagero, es hermosa de verdad.

Barco del Corneta - Sala de Barricas
La cava subterránea en donde descansan las barricas y al final del túnel las botellas.

Obviamente no se iba a dejar de lado la ritual práctica de catar un poco de lo que se está gestando actualmente en las barricas, por lo que palpitamos la cosecha 2021, de distintas barricas, que se discriminan por prensado, día de vendimia y antigüedad de la propia barrica.

Catando añada 2021 Barco del Corneta
Palpitando la 2021 del verdejo de «Cantalarrana»

El dato de color lo da el hecho de que, para los capitanes de este barco, una barrica nueva es aquella que ya tiene 3 años de uso. Se imaginan la sonrisa que se dibujó en mi rostro al escucharlo.

Así, luego de maravillarnos con ese increíble sótano volvimos a la superficie para catar entre tanques de acero inoxidable, la añada que por estos días está viendo la luz en el mercado de la línea “Parajes del Infierno”, elaborada con uvas provenientes de distintas parcelas situadas en Alcazarén y Villanueva de Duero.

Parajes del Infierno 2019
Los tres «Parajes del Infierno» custodiados por los tanques de Inox.

Empezamos con La Sillería 2019, el varietal elaborado a partir de Verdejos centenarios provenientes de tres parcelas, entre ellas “La Sillería”, situadas en Alcazarén, que ha sido fermentada y criada en barricas “winelover” durante 12 meses, para conseguir un total de 1.990 botellas.

Luego llegó el turno de catar El Judas 2019, elaborado con la autóctona Viura proveniente de una parcela plantada hace 70 años en Villanueva de Duero. En este caso la fermentación y crianza se hizo en barrica de 600 litros, durante 12 meses, para obtener solo 778 botellas.

Finalmente, y para completar esta “trilogía infernal” tocó probar el Palomino intitulado Las Envidias 2019, proveniente de la parcela centenaria “La Liebre” situada en Alcazarén. En este caso la fermentación se dio en barricas de 300 litros y una bota jerezana, en las que se crió bajo velo durante 12 meses.

Así se hizo el cierre formal de esta visita a Barco del Corneta, y luego tocaría sentarse todos a comer y disfrutar de catar vinos a ciegas, pero eso no te lo voy a contar en este post.

Restan los agradecimientos a Bea y Félix por la hospitalidad, y como siempre a Raúl de Vinnac Wine por hacerlo todo posible.

Salud!

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