A Pie de Tierra, un proyecto hecho A Dos Manos

David y Aitor se conocieron en la Escuela Profesional de Viticultura y Enología de Madrid. David, ya era viticultor en Méntrida y Aitor Sommelier, y tras forjar una amistad decidieron armar un proyecto que se haría A Pie de Tierra.
El punto de partida fue la locura y la pasión por el vino, sumado a que ya contaban con los viñedos familiares de David en la D.O. Méntrida.
Se trata de unas viñas de Garnacha de unos 30-40 años repartidas por el pueblo de Méntrida y que «A Dos Manos» han sido trabajadas con el objeto de mostrar el potencial que, tanto la uva como el suelo nos pueden entregar, poniendo así en valor una Denominación de Origen española que ha sido subestimada por muchos.
De igual forma se enfocaron en encontrar otra viña, también de garnacha, y sin alejarse mucho de aquellas fincas toledanas.
Así se terminaron enamorando de unas pocas hectáreas con cepas de entre 50 y 70 años, dentro de la D.O. Vinos de Madrid, en una zona con gran influencia de los suelos graníticos de la Sierra de Gredos. Así a «Fuerza Bruta» ya podían poner manos a la obra.
Esto comenzó hace muy poquito, de hecho en el mercado se encuentra recién la primera añada que han elaborado, y si bien es un proyecto muy joven y pequeño, ya han entusiasmado a muchos -entre ellos este humilde servidor- y están dando de que hablar en todos lados.
Tuve el placer de conocer a David y Aitor a en una presentación que hicieron en el Restaurante La Clandestina de Toledo, en el contexto de una cena maridaje de su ya tradicional ciclo Catas Clandestinas.
Allí presentaron no sólo la 2017, primera añada salida al mercado de los vinos A Dos Manos y Fuerza Bruta, sino también la 2018 de ambas etiquetas, que aún no han visto la luz y siguen descansando en bodega. Además, se vinieron con una novedad que aún se está gestando y embotellaron especialmente para la ocasión.
Los vinos a Pie de Tierra.

Primer añada del entry level de A Pie de Tierra. A Dos Manos 2017 es un vino de pueblo ya que como te conté más arriba, las fincas de las que salen las uvas se reparten por el pueblo de Méntrida, Toledo.
Es una partida de 4875 botellas en la que vamos a encontrar un vino honesto, en donde la fruta rojinegra madura es la protagonista, con notas especiadas que acompañan por detrás.
La vinificación elaborada con un porcentaje de raspón y la crianza poco invasiva le otorgan frescura y elegancia, redondeando así un vino con buena presencia, tanino fino y final prolongado.

Turno del Fuerza Bruta 2017, en este caso, a pesar de que las distancias son muy cortas, nos fuimos a la D.O. Vinos de Madrid, y las características del suelo y la forma que han elegido para vinificar se perciben claramente.
Aquí hablamos de 5137 botellas de un vino que se elaboró con el 100% de racimos enteros, y al igual que en el caso de su hermano toledano, con una crianza poco invasiva.
El resultado es un vino con mucha frescura, notas que tiran más para el lado de las especias y las hierbas, con la fruta al fondo y ese tanino particular que nos habla de los suelos graníticos.

Probadas las dos etiquetas que ya se encuentran en el mercado, es la hora de ver cómo viene la nueva añada, en este caso el A Dos Manos 2018.
En vinos como estos donde se busca una elaboración honesta que deje ver el potencial del material genético y las características del suelo, también te vas a dar cuenta enseguida que la 2018 ha sido una añada para alquilar balcones.
La frescura es increíble, la fruta es más bien roja y las notas especiadas tiran para el lado fresco y herbaceo. La acidez, está hermosa.
Es cierto que esta añada ha sido embotellada hace muy poquito y que seguirá esperando en bodega un tiempo más, tiempo que terminará de acomodar todo eso que tenés que esperar en la copa.

Y si hablamos de añada excepcional, este Fuerza Bruta 2018 está brutal y fue, para mí, el ganador de la noche.
Una vivacidad y frescura que en armonía con la sutileza, hacen de este un vino de esos jugosos, con facilidad de trago, linda mineralidad y la acidez que te deja pidiendo más.
Le queda un tiempo en botella y se va a pulir más aún, pero así como está ya tiene todo lo necesario para jugar en las grandes ligas.

La yapa de la noche fue este vino al que de momento sólo lo conoceremos como el Tinaja 2019.
Se trata de un 100% Garnacha proveniente del viñedo El Sapo, ubicado en Méntrida, elaborado con la totalidad de racimo entero y criado durante casi un año en tinaja.
Hablando con Aitor y David, me decían que aún no tenían definido si sacarlo al mercado o no, pero en caso de que así sea, sólo lo harían con 300 botellas.
El vino que había sido embotellado especialmente para esa noche, ha ido cambiando en copa con el pasar de los minutos, y claramente necesita un buen tiempo para abrirse.
Por suerte los que nos quedamos de sobremesa pudimos dejarlo un largo rato y sorprendernos con las notas de fruta roja fresca y hierba que iban apareciendo.
Como siempre digo, es lindo cruzarse con gente así, que se apasiona por el vino y por hacerlo de forma honesta, en donde se pueda vivir a través de la copa, la fruta, el suelo y el clima.
Por muchos más proyectos así, SALUD!